El martes encendimos la televisión y un minuto fue suficiente para recordar que existía un país que por ignorancia o egoismo no era tomado en cuenta. Tomaron horas para ver las primeras imagenes de lo que había sucedido y destruido en un sólo minuto el mundo.
Un minuto fue sufuciente para darnos cuenta que no estamos tan lejos de esas escenas que nos presentaban de África (al otro lado del mundo) donde la gente muere de hambre. Un minuto fue suficiente para dar a notar que existen gobiernos egoistas donde sus dirigentes sólo piensan en su bienestar cuando el pueblo sufre carencias. Un minuto fue suficiente lo frágil que puede ser esta vida y lo rudo que puede ser este planeta. Un minuto basta para que las esperanzas se vayan al suelo junto con los muros que nos resguardan...
Triste es que una sacudida de esta magnitud nos haga pensar en ellos y sea motivo para extender la mano al prójimo. Pero más triste es que haya gente que intente sacar provecho o hacer mofa de la desgracia ajena que más piensa en destruir que en construir.
Un minuto basta para detener un poco nuestro camino y reflexionar ¿Qué hemos hecho mal? o ¿Qué hemos hecho bien? y ¿En que podemos mejorar? Dicen que el ser humano es la máquina perfecta, hoy la tierra nos grita en nuestra cara que tan lejos de ese calificativo estamos mientras exista la soberbia y la mentira encabezando todos nuestros defectos.
Por lo pronto una isla nos espera y necesita por lo menos un minuto de cada uno de nosotros, démonos la oportunidad de ayudar a Haití.
Un minuto fue sufuciente para darnos cuenta que no estamos tan lejos de esas escenas que nos presentaban de África (al otro lado del mundo) donde la gente muere de hambre. Un minuto fue suficiente para dar a notar que existen gobiernos egoistas donde sus dirigentes sólo piensan en su bienestar cuando el pueblo sufre carencias. Un minuto fue suficiente lo frágil que puede ser esta vida y lo rudo que puede ser este planeta. Un minuto basta para que las esperanzas se vayan al suelo junto con los muros que nos resguardan...
Triste es que una sacudida de esta magnitud nos haga pensar en ellos y sea motivo para extender la mano al prójimo. Pero más triste es que haya gente que intente sacar provecho o hacer mofa de la desgracia ajena que más piensa en destruir que en construir.
Un minuto basta para detener un poco nuestro camino y reflexionar ¿Qué hemos hecho mal? o ¿Qué hemos hecho bien? y ¿En que podemos mejorar? Dicen que el ser humano es la máquina perfecta, hoy la tierra nos grita en nuestra cara que tan lejos de ese calificativo estamos mientras exista la soberbia y la mentira encabezando todos nuestros defectos.
Por lo pronto una isla nos espera y necesita por lo menos un minuto de cada uno de nosotros, démonos la oportunidad de ayudar a Haití.